miércoles, 18 de mayo de 2011

Los náufragos

Envuelta en una bruma galesa, ella lo mira debatirse. Le sale un resto de la cola de pescado por el borde de la enagua que disimula el cortejo y su recuerdo.
¡No hay futuro aquí! le grita, desde el acantilado.
¡No te empecines! vocifera.
Pero es inútil: por más que abre la boca, a sus palabras se las lleva el viento. Y la tormenta. Y el rugido de las aguas que extraviaron a Ulises.
Deshilacha el vestido y sacude los harapos en señal de rendición.  Pero él no advierte sus gestos, está demasiado ocupado en mantenerse a flote en medio de las olas.
Así lo ve llegar exhausto, hasta su mano.
[Texto de Andrea Guiu]

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